El sonido en la era electrónica (II)

El sonido en la era electrónica se debate a través de la formulación genérica y ambigua que la Era actual emplea para denominar las formas de expresión artística que utilizan los recursos tecnológicos de los medios, es decir el media art, esto limita la discusión ya que sólo se nombra con relación a los soportes, circuitos de difusión y herramientas; es decir al campo técnico, evitando lo esencial de la combinación de estos dos términos: media y arte.

Hay quienes postulan que no se puede hacer arte en los medios o con los medios electrónicos en una polémica lejana al consenso, porque con su enfoque tradicional se resisten a poder vislumbrar un alcance estético; y otros defienden la idea de que la demanda industrial y mercantil no hace inviable la creación artística.

Esta discusión refleja que en el seno de la sociedad mediática, la producción de arte aún es difusa, sobre todo por la complejidad de nuestro tiempo en el que la cultura y los medios no escapa a ello. En este contexto el artista de hoy está inmerso no sólo por el bombardeo y consumo generalizado de la cultura mediática, sino que es ineludible que no se plantee tomar una posición del papel de su propio arte en esta situación.

La práctica en el interior de los propios medios y sus derivaciones institucionales y no ya en los espacios artísticos y académicos tradicionales, representa en la actualidad el metalenguaje de la propia sociedad mediática como alternativa crítica a los modelos de control y de normas que genera la sociedad.

Con las técnicas actuales de reproducibilidad, no sólo podemos multiplicar los mensajes a escala masiva, como planteaba Walter Benjamin, sino también ponerlos infinitamente en circulación, re-procesarlos y construir con ellos novedosos enunciados. Imágenes, textos y sonidos están a disposición sin propietario y sin origen, como una masa moldeable esperando nuevas formas.Con el surgimiento de medios como la radio o televisión por ejemplo, imágenes y sonidos de la cultura de masas invaden nuestras casas y ya no es necesario buscarlos, es inevitable que tanto el consumidor de productos culturales como el propio artista se apropie de ellos para re-formularlos en otra perspectiva y ubicarlos en otros contextos. Los enunciados del medio electrónico se encuentran cada vez más abiertos e incontrolables a estos factores revelando como consecuencia una verdadera reversión en el flujo de informaciones del «sistema nervioso de las telecomunicaciones».

Esto pone en crisis la propia noción de autoría, pues el sonido en la era electrónica permite un continuo reciclaje, torna sin origen las imágenes y sonidos procesados y re-procesados, evidenciando un stock común que ya no es más personal, pero sí colectivo. Respecto al recurso tecnológico de procesamiento sonoro digital, aparte de las técnicas tradicionales de copiar, pegar, cortar, ralentizar, acelerar, revertir; están las de aproximación microscópica, de acceso de variaciones de síntesis/re-síntesis, sampleo, edición temporal, etc., presentándose delante del artista como un abanico muy amplio de posibilidades.

El arte y las nuevas tecnologías aún no han agotado sus posibilidades; desde siempre los artistas han experimentado con nuevos medios y a través de ellos, han ponderado y también complicado las relaciones entre la cultura y la tecnología. Creemos que así seguirá siendo, a  partir de los ochenta no ha declinado la eclosión de creatividad y pensamiento crítico que se muestra en esta relación, sin desdibujar las formas artísticas tradicionales en lo que nos atañe acá.

En el campo expandido del arte sonoro se hace evidente una revisión de las primeras vanguardias para retomar sus experimentaciones y reflexiones sobre el sonido, las nuevas posibilidades tecnológicas y el espacio electrónico se presentan delante del creador; consciente de todas ellas, nuevas capacidades y propuestas artísticas estarán en pleno avance.…

En la actualidad, hablar de los materiales del arte sonoro, de la técnica; del arte que se hace para ser visto y oído, del carácter locativo en el que la propuesta plástica se diluye en el tiempo, así como del tiempo que ya no es más lineal, sino abierto a la objetualidad del espacio, del lugar, del repliegue del sujeto artístico que en el pasado estaba presente en las acciones o los performances. […]. Resumen algunos de los parámetros del discurrir de la liberación del sonido respecto del tempus fugit, un tiempo no vencido, pero por la técnica; el sonido en su cualidad de objeto, de ser manipulable infinitamente, esto es de ser desposeído de sus cualidades más intimas, (como el fluir), para ser regenerado, vestido y reproducido según variados criterios; lo que acerca hasta la confusión al sonido a las materias plásticas tradicionales con su aquel característico de transformabilidad y transportabilidad.

(Barber & Palacios, 2009)


Esta viabilidad de lo sónico constituye la médula de su ser, ya que escuchar mediante un altavoz (que está presente en todas partes como característica objetual de nuestra cultura) que disemina órdenes de conducta sutiles o no; de condicionamientos ideológicos, consumistas o de orden social, está siempre presente en nuestros apéndices tecnológicos personales y callejeros. ¿Qué radio, teléfono, grabador, tocadiscos, metro, automóvil, etc., no tiene su presencia? Pues, ¿no transcurre nuestra vida desde la perspectiva de lo sonoro, entre «instalaciones sonoras» móviles y fijas? En salones, teatros, cines, aviones, plazas, estadios, calles y demás, está siempre un parlante que como aspersor riega las orejas del acontecer humano.

Un artista del sonido en la era electrónica, consciente de todo esto, transforma poética, real y esencialmente la cualidad acústica de cualquier espacio tangible o virtual, altavoz mediante; transformando, confrontando o fundiendo con «otros espacios» hasta donde pueda llegar en mayor o menor grado de liberación y acoplamiento, dando cabida a un despliegue sonoro más que in situ, también en situación.

Esta capacidad no sólo electrónica le confiere una maleabilidad literal y concreta en sus faces de registro-transmisión y/o emisión; modos muy singulares de ese arte electrónico que es una de las variaciones del arte sonoro, como lo es el net art que contenga lo sonoro. ¿No es este tiempo, un tiempo de extensiones de nuestros sentidos, que exploran correspondencias, sinestesia, multisensorialidades y plurifocalidades, que al igual que rizomas avanzan artísticamente? ¿no es el radioarte, un arte en transmisión?

El arte sonoro como expansión, como desplazamiento, como disciplina en disolución que se va definiendo en su indefinición, es ya una valiosa realidad que imbrica también a la ciencia de nuestro tiempo apreciadas en disciplinas como la ecología acústica, donde ya es común el intercambio de paisajes sonoros intervenidos o no, a través de la red como realidades que evidencian obras que hacen notar los cambios y transformaciones del entorno sonoro en el mapa del mundo.

El espacio acústico virtual de estos medios se hace evidente y recuperado por la disolución de fronteras de espacio y tiempo (internet es un no-lugar), dejando a un lado la síntesis propia de la visión, permitiendo que se extienda el sentido del oído, generando una serie de implicaciones socioculturales que aún no han sido cabalmente estudiadas y profundizadas en los diversos contextos.

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Jorge Gómez Aponte

Jorge Gómez: músico, artista sonoro, productor radiofónico, docente e investigador. Autor de libro “La liberación del sonido – las artes sonoras y su campo expandido. Productor del programa de radio “Oír es ver”, dedicado al arte sonoro, el radioarte y las nuevas músicas, en la emisora HJUT 106.9 fm estéreo. Universidad Jorge Tadeo Lozano, Bogotá – Colombia. http://www.utadeo.edu.co/es/micrositio/emisora-hjut

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